Por Jorge Tovalín
He babeado con las portadas de Rafael Gallur para La ley del revólver. Me enamoré del arte de Jorge Aviña en las cubiertas de El libro vaquero. Pero estoy casi seguro de que nunca antes había leído de cabo a rabo un ejemplar de este último, seguramente por prejuicios. Así que hoy leí mi primer aventura de El libro vaquero, como resultado de un buen truco publicitario.
Hace varios meses, como parte de su estrategia para acercar nuevos lectores a dicha publicación, Hevi Editores lanzó una campaña de redes sociales que anunciaba la futura colaboración de escritores populares como Jordi Soler, quien en los noventa cobró fama como locutor de la extinta Rock 101 y posteriormente como novelista y agregado cultural en más de una embajada mexicana.
Aunque estuve al pendiente de la publicación de dicha edición, no llegué a topármela (quiero suponer que fue un exitazo). Después de ello fue poca la actividad que de El Libro Vaquero vi en redes sociales, hasta hoy que me enteré de la salida de otra curiosa edición de este clásico de los puestos de revistas, publicado desde 1978.
Se trata de Cinco almas sin destino, una aventura protagonizada por la paródica banda de rock Moderatto, que desde hace casi quince años goza de gran popularidad gracias a sus covers de canciones famosas de diversos géneros musicales (un placer culpable de quien esto escribe es el videoclip en que la banda comparte pantalla con la chulérrima Belinda, pero hasta ahí).
La portada es de Javier Benítez y el arte interior (sin crédito tampoco, lo que siempre me ha parecido un insulto para los creadores) es del maestro Rodolfo Pérez, Pegaso, quien actualmente dibuja para la industria estadounidense el webcomic de John Carter of Mars, creación de Edgar Rice Burroughs. El único que recibe crédito, con pseudónimo, es el rotulista Renbag, porque de la trama no se menciona al padre.
A grandes rasgos, la historia presenta a los miembros de la banda como sobrevivientes mestizos de la masacre de una tribu india, quienes buscan vengar la muerte de su pueblo a manos del coronel Tracy Collman, corrupto tratante de esclavos. La aventura, de 92 páginas, es entretenida y mantiene un ritmo ágil, aunque el arte del maestro Pegaso luce apresurado en algunas páginas.
Sin embargo, esta aventura no va más allá de ser un vehículo promocional para la banda (cuyo nuevo disco cuenta con una portada pintada con motivos western por el mismo Benítez), su tienda en línea y también para el famoso despacho de diseño HulaHula, fundado por Cha!, ex integrante de la banda Fobia y uno de los creadores y miembros de Moderatto.
Y es que más que dirigirse al lector asiduo de El libro vaquero que, a riesgo de sonar prejuicioso, imagino tiene poco que ver con las botas Timberland que esta edición anuncia (uno de los protagonistas las calza, sí, en el Viejo Oeste), esta entrega se limita a ser un coleccionable simpaticón para los seguidores de la banda, que seguramente no estarán interesados en iniciar una colección de aventuras de vaqueros (¿o sí?).
Por el lado positivo no puedo sino celebrar que el lenguaje del cómic, y más aún, un cómic impreso, sea utilizado para promover algo que no sean campañas electorales. Si acaso algún seguidor de Moderatto lee esta edición de El libro vaquero y se convierte en lector de cómics de cualquier género, me doy por satisfecho.
Como dato final, cabe recordar que esta no es la primera incursión de Moderatto en el mundo de las viñetas, pues hace diez años contó con un one-shot a todo color, en formato de cómic americano, con guión de Julio Martínez Ríos y arte de Paco Herrera y Humberto Ramos, dibujantes mexicanos de Marvel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario