26 enero, 2016

EL FACTOR MUTANTE/ RESEÑA DE DOOMBOY


Por Everardo Ferrer

Editada originalmente para el mercado europeo, la aclamada obra de Tony Sandoval llega por fin a América de la mano de Magnetic Press. Doomboy fue selección oficial del Festival de Angoulême y en su edición estadounidense se presenta como una obra nominada al Eisner 2015.

El artista sonorense presenta una historia melancólica, con una dosis de emotividad que toca las fibras más sensibles del lector y aderezada con ese espíritu musical que se ha hecho presente en gran parte de su trabajo  (cabe recordar que Tony es seguidor y ejecutante de doom metal).

D, el protagonista de esta historia, es un chico que ha sufrido la muerte de su novia Annie, lo que lo hace tener problemas de conducta y dificultades para relacionarse con la gente. La música es su válvula de escape.


Con ayuda de un amigo decide montar un estudio móvil en la playa donde toca su música, pero la consola que utilizan hace que el sonido ejecutado se cuele por las ondas de radio local, por lo que la gente de su localidad tiene acceso al concierto privado de Doomboy , nombre secreto que Annie le otorgó a D, quien ha decidido retomarlo para rendirle tributo. Así, Doomboy se convierte en una leyenda instantánea.

Teniendo la oportunidad de convertirse en un dios del metal, el único objetivo de D al tocar su música es tratar de hacer contacto de alguna manera con Annie a través de sus notas. Sin embargo, la leyenda de Doomboy sigue creciendo con cada sesión que es escuchada por una cada vez mayor audiencia. Muchas cosas cambian al descubrir que D es Doomboy , tanto la admiración de quienes lo conocen como el recelo de sus rivales musicales, que quieren terminar con la vida y la carrera del artista.



Personajes importantes acompañan a D en esta aventura, tales como Spaghetti, Pipo, Rick, Mina, Nuria o su perro Elsy (¡y sus orejas!), cuyas apariciones enriquecen el relato, metáfora del dolor provocado por la ausencia y su liberación.



En términos musicales, el calificativo adecuado para describir a Sandoval como ejecutante sería virtuoso, y eso debemos aplicarlo a su forma de contar gráficamente sus historias. Esperemos que alguna editorial mexicana se anime a publicar Doomboy  en nuestro país, pues es una lástima que, por la falta de visión de los editores, tengamos que importar la obra de uno de los mejores narradores gráficos nacidos en México.