Pocas veces aplica el calificativo de único a una obra, en cualquier medio. Valentina es un comic único, con una personaje protagónica inimitable. El italiano Guido Crepax, su autor, educado como arquitecto, ilustrador por profesión y fascinado por Louise Brooks, el montaje analítico de Pudovkin y la línea formal sólo podía generar tal obra dentro del entorno cultural, personal y subconsciente en el que la desarrolló a finales de los 60.
Intencionado como un cómic que giraba en torno a Phillip Rembrandt, alias Neutrón (un tipo con poderes mentales, al más puro estilo del prototipo superheroico norteamericano), Crepax terminó pillando más el interés por la novia de éste, Valentina Rosselli, fotógrafa profesional en la Italia de la revolución pop y quién de personaje secundario pasó a ser el punto focal de la narración.
El atractivo de Valentina es su proyección como una heroína onírica: sus batallas son libradas en su propio subconsciente; como personaje protagónico, es aparentemente pasiva ante aventuras diurnas tan propias de un personaje de cómic (que incluyen mundos subterráneos, robots alienígenas y a Baba Yaga), las cuales alimentan su mundo onírico, aún mas extravagante, donde la obra alcanza su catarsis argumental.
No sobra decir que los trazos del autor son tan únicos como la personaje que describe: su representación anatómica es lo mismo lasciva que intimista, y su montaje de viñetas es un verdadero mapeo onírico. Con Valentina, Crepax generó una de las pocas obras del cómic que no puede encasillarse como literatura menor. Imprescindible.
*Valentina ha sido editada en español, por Norma Editorial.
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