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En octubre de 2012, uno de los mayores íconos de la cultura pop, la máxima creación de
Edgar Rice Burroughs, cumplirá su primer siglo de vida. Aprovechando que hoy se cumplen 82 años de su primera aparición en tiras cómicas (de la mano de
Hal Foster), dedicamos estas líneas a
Lord Greystoke, el
mono blanco, mejor conocido como
Tarzán.
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Si bien no se encuentra actualmente en su época de mayor popularidad, si podemos decir que en los últimos diez años, el
hombre natural de la cultura popular por excelencia no ha pasado desapercibido, al ser revisitado en más de una ocasión, ya sea al puro estilo Disney, mediante alguna serie televisiva con actores o en el mundo de las viñetas, donde Tarzán sigue teniendo presencia (eso sí, un tanto intermitente).
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Inspirado por
El libro de las tierras vírgenes de
Rudyard Kipling, así como por el
Emilio de
Rousseau,
Tarzán de los monos fue el primer cuento que
Burroughs (nacido el primero de septiembre de
1875 en
Chicago) escribió sobre un pequeño huérfano que sería criado como un igual por un hatajo de simios, tras sufrir la muerte de sus padres biológicos, mientras se encontraban varados en una pequeña isla africana. Al crecer, ese niño se volvería el rey de los monos y a la vez un ejemplo del colonizador perfecto, viviendo innumerables aventuras a través de los distintos medios de comunicación, junto a su elefante
Tantor, el chimpancé
Chita (no, no era hembra) y su esposa
Jane.
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Publicado por la revista
All Story Magazine en
octubre de
1912, a este primer cuento le siguió otro llamado
El regreso de Tarzán, que sirvió de preámbulo a la primera novela del héroe, titulada (de nueva cuenta)
Tarzán de los monos, la cual sería publicada en
1914 por
A.C. McClurg & Co. Al final de sus días, Burroughs sumaría un total de
veintiséis novelas del
Universo Tarzán, nada mal para una persona que antes de
darle al clavo había tenido que desempeñarse como vendedor ambulante, ferrocarrilero, empleado de tienda, arriero, minero, contador y fabricante de baterías.
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Tan sólo cuatro años después de la aparición de la primera novela, el hombre del taparrabo llegaría a la pantalla grande, donde inició una muy larga carrera, siendo interpretado por actores como
Elmo Lincoln,
Buster Crabbe (quien también había dado vida a héroes del
comic-strip como
Buck Rogers y
Flash Gordon) o el medallista olímpico
Johnny Weissmuller.
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Éste último era un extraordinario nadador y creador del famoso grito que identifica al personaje (inspirado en los cantos tiroleses), quien ha permanecido como el más famoso Tarzán de carne y hueso (no por nada aparece junto a
Ringo Starr y
Paul McCartney en la portada del
Sargent Pepper’s Lonely Hearts Club Band). Los cinéfilos recordarán que
Weissmuller pasó sus últimos años en
Acapulco.
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En 1929, Tarzán llegó a terrenos del cómic, más precisamente al comic-strip, donde dibujantes como
Harold Foster (
El Príncipe Valiente) y
Burne Hogarth destacaron al ilustrarlo con su fabuloso arte.
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Años más tarde, el legendario dibujante
Joe Kubert se encargó de entregar probablemente la versión definitiva del personaje en el formato del cómic, ya lejos de las páginas de los periódicos. La versión del maestro Kubert llegó a México mediante
Editorial Novaro en la década de los 70.
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Como dato curioso, en
1939, aprovechando la fama del personaje, su creador (que de forma inteligente retuvo los derechos de sus novelas, y registró a
Tarzán como marca registrada) decidió crear una organización que rivalizaría con los
Boy-Scouts: el
Tarzan Clan of America, mismo que resultó un fracaso debido al inicio de la
Segunda Guerra Mundial.
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Otro dato extraño sería la existencia de dos poblaciones norteamericanas que en los años de bonanza del personaje pidieron ser rebautizadas como
Tarzana en honor al
hombre mono: una de ellas situada en Texas y la otra en la región adyacente al rancho de Burroughs, en tierras californianas.
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El éxito de Tarzán permitió a su creador pilotear su propio avión, montar a caballo por horas, así como practicar tenis y golf, eso sí, dedicando cuatro horas al día a crear las historias de su benefactor ficticio, mismas que dictaba a una grabadora. Pero más importante que eso, pudo escapar de la pobreza y vivir una especie de vida alterna, mediante su otro yo, que le permitió a Burroughs ser el hombre que jamás habría podido ser.
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Tras pasar los últimos años de su vida en un estado de salud lamentable, enfermo de arterioesclerosis y mal de Parkinson, Burroughs murió de un ataque al corazón el
19 de marzo de 1950, dejando huérfano de nueva cuenta al primogénito de los
Greystoke.
*Para aquellos realmente interesados en este personaje, les recomiendo ampliamente busquen el libro Tarzán, el hombre mito, de Irene Herner Reiss, experta en arte y también coautora de Mitos y Monitos, a quien afortunadamente tuve como asesora de tesis en la UNAM. El libro está descatalogado, pero con un poco de suerte lo pueden hallar en librerías de viejo. Se trata de una joyita.
1 comentario:
Mi abuelo conservaba en fotocopias algunos de los dibujos de Foster, son bellísimos!!!
Y a quien le haya gustado Tarzán, tampoco debe perderse las sagas del espacio de Burrougs, como Perdidos en Venus o los Dioses de Marte
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