11 abril, 2009

ROBIN: EL ETERNO PETIRROJO

Por Jorge Tovalín
Hablar de Batman sin mencionar a su compañero Robin, también conocido como el Chico Maravilla (The Boy Wonder), es una tarea casi imposible, si lo que se quiere es abordar el mito del Hombre Murciélago de una forma entera. Para muchos lectores, así como para los millones de personas que conocen a los dos justicieros de Ciudad Gótica gracias a las películas, caricaturas y la serie de televisión de Adam West (que en su tiempo ratificó la presencia mundial del Dúo Dinámico), Robin es un elemento inseparable de la mitología de Batman.


Para comenzar, debemos mencionar que Robin tiene un lugar muy especial en la historia del cómic de superhéroes, pues el chico del antifaz es considerado el primer compañero infantil o sidekick de un superhéroe; interesante fórmula que en años posteriores todas las editoriales del género repetirían hasta el desgaste, lamentablemente.
¿Y cuál es el rol de los sidekicks?
Básicamente, la función de estos personajes es servir como escuderos de los héroes adultos, con los que establecen usualmente una relación de maestro y alumno. El joven escudero entonces es entrenado por su mentor, para que llegado el momento supere todas las pruebas y alcance el rango de caballero, es decir, se convierta en superhéroe. También hay casos en que estos personajes, usualmente más humanos y falibles que el protagonista imbatible, sirven de contrapeso humorístico.
El caso del debut de Robin en 1940 es muy interesante, pues su aparición alcanzó un éxito inusitado, duplicando en un abrir y cerrar de ojos las de por sí buenas ventas que lograba el solitario Batman en Detective Comics. Si bien Bruce Wayne y su alter ego eran tremendamente populares y atractivos para los lectores, la existencia de un muchachito que acompañaba al héroe en todas las aventuras fue un golpe de genialidad, ya que los niños se identificaron rápidamente con Robin. Claro, ¿quién no querría combatir el crimen junto con Batman?
Entonces surgió una fiebre de sidekicks que alcanzó a personajes como Aquaman, Captain America, Human Torch, Sandman y Captain Marvel, entre otros, quienes comenzaron a acompañarse de uno o más niños (como es el caso de este último) en sus aventuras, con la intención clara de que los nuevos compañeritos de los invencibles superhéroes, casi siempre adultos, incrementaran las ventas de los títulos en cuestión. De hecho, el mismo Captain Marvel, caracterizado por haber tenido numerosos acompañantes en su época dorada, superó repetidamente en ventas al mismo Superman, quien, curiosamente, no ha tenido jamás un compañero de aventuras estable.
¿Y cuál es la importancia de Robin?
Carlos Maroto y Luis Alboreca, autores del libro Batman: de Bob Kane a Joel Schumacher (1997), dan una probable respuesta, en forma de un comentario muy atinado. Estos especialistas españoles apuntan que gracias a Robin, el Hombre Murciélago, obsesionado con su cruzada contra el mal, pudo disponer de alguien con quien compartir su soledad. Robin sirve a las historias del Guardián de Ciudad Gótica como algo más que ser el Watson de Homes, pues humaniza al hombre debajo del disfraz. Sin el Joven Maravilla, Bruce Wayne se volvería loco, perdería el ancla que lo mantiene aferrado a la realidad, aseguraron los escritores de este recomendable libro.

Lo que queda claro es que Robin, en cualquiera de sus versiones, ha sido de forma simultánea el opuesto y el complemento de su mentor, la luz dentro de la oscuridad que habita en el Hombre Murciélago, la alegría juvenil que Bruce Wayne nunca tuvo. La aparición de Robin vino a suavizar a Batman, limitando de cierta forma su agresividad y haciéndole la vida menos atormentada y un poco más llevadera.

A pesar de la innegable importancia de Robin, existen también críticos del personajes que opinan que El Chico Maravilla es un factor negativo dentro del mito de Batman. Uno de ellos es Lorenzo Díaz, quien en su Diccionario de Superhéroes (1998), asegura que Robin se benefició de tener uno de los trajes más ridículos que ha podido usar un superhéroe. Si el traje de Batman debía inspirar terror a los supersticiosos delincuentes, es de suponer que el de Robin debía desternillarlos de risa, comentó burlonamente el crítico, quien se sumó a la idea de quienes consideran a Robin un estorbo para el Caballero Nocturno.

Y a todo esto… ¿de dónde viene Robin?
Sobre la creación de este personaje existen varias versiones, todas ellas interesantes, ya que cada uno de los integrantes del equipo creativo encargado de las primeras historias de Batman (Bob Kane, Bill Finger y Jerry Robinson) aseguraba ser el principal responsable de la creación del joven héroe.
Según la versión del guionista Bill Finger, él platicó con Bob Kane sobre la necesidad de que Batman tuviera un compañero, alguien con quien interactuar a la manera en que lo hacía Sherlock Holmes con el doctor John Watson, por lo que decidieron crear una nueva figura con la que los lectores jóvenes se pudieran identificar.

Bob Kane, dibujante y cocreador de Batman, aseguró a su vez haberse inspirado en un legendario personaje inglés para crear al compañero de Batman: Robin vestía la túnica y las botas de Robin Hood; ése fue su disfraz. Eso explica por qué lo llamé Robin, porque luchaba contra la injusticia, como hacía Robin Hood, llegó a mencionar Kane. Mientras tanto, Jerry Robinson, dibujante asistente de Kane, también dijo haber tomado a Robin Hood como influencia, además de aseverar que el nombre del personaje provenía de un juego de palabras.

Su anécdota, sin duda la más interesante de las tres, cuenta que cuando Robinson les presentó a Kane y Finger los bocetos del nuevo personaje, pronunció el enunciado This is my Robin son, un juego de palabras que se podría traducir como Éste es mi hijo Robin, con lo que el dibujante aludía a su propio apellido para bautizar al futuro compañero de correrías de Batman.

Y vaya que ha sido un largo recorrido para Robin, quien durante su “vida” ha pasado por numerosas aventuras y tragedias personales que han cimbrado una y otra vez a sus seguidores, y ni qué decir del personaje, quien en los años 80 se topó con la muerte misma, cuando se le creyó un concepto innecesario. Pero a pesar de la derrota, el joven héroe regresó una vez más, pues es bien sabido que no hay Batman sin Robin, sin importar quién sea el que porta el uniforme de la R en el pecho.
Sin contar con un sólo poder sobrehumano, al igual que su mentor, quizá la mayor fortaleza de ese joven irreverente sea su condición humana, aquella que en el pasado le permitió ganarse a millones de jóvenes que buscaban una figura que los representara, y que ahora, a 68 años de haber sido creado, nos sigue identificando, sin importar la edad que tengamos.

Aunque lo hayamos visto morir ante nuestros ojos, nunca podríamos dejar que Robin muriese de nuevo. A lo mejor nos dimos cuenta de que con la ausencia de Robin desaparecería la única oportunidad que tenemos de combatir a los criminales supersticiosos y de columpiarnos entre los rascacielos de Ciudad Gótica, junto con nuestro mentor.
Y es que, ante nuestra imposibilidad para encarnar al Hombre Murciélago en el mundo real, siempre nos quedará el consuelo de que con tan sólo abrir un cómic, todos podemos ser Robin.
Publicado originalmente en Muerte en la Familia, Edición del 20 aniversario, Editorial Vid, México, 2008.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy interesante Articulo amigo mio me gustaria usarlo para muldercomics, si tas de acuerdo se entiende

Comikaze dijo...

Claro que puedes tomarlo amigo.

¡Un abrazo hasta la tierra de la gloriosa Catherine Fulop!

Me salió el recuerdo telenovelero.