Por Everardo Ferrer
Editada originalmente para el mercado europeo, la aclamada obra de Tony Sandoval llega por fin a América de la mano de Magnetic Press. Doomboy fue selección oficial del Festival de Angoulême y en su edición estadounidense se presenta como una obra nominada al Eisner 2015.
El artista sonorense presenta una
historia melancólica, con una dosis de emotividad que toca las fibras más
sensibles del lector y aderezada con ese espíritu musical que se ha hecho
presente en gran parte de su trabajo
(cabe recordar que Tony es seguidor y ejecutante de doom metal).
D, el protagonista de esta historia, es
un chico que ha sufrido la muerte de su novia Annie, lo que lo hace tener
problemas de conducta y dificultades para relacionarse con la gente. La música
es su válvula de escape.
Con ayuda de un amigo decide montar un
estudio móvil en la playa donde toca su música, pero la consola que utilizan
hace que el sonido ejecutado se cuele por las ondas de radio local, por lo que
la gente de su localidad tiene acceso al concierto privado de Doomboy ,
nombre secreto que Annie le otorgó a D, quien ha decidido retomarlo para
rendirle tributo. Así, Doomboy se convierte en una leyenda
instantánea.
Teniendo la oportunidad de convertirse
en un dios del metal, el único objetivo de D al tocar su música es tratar de
hacer contacto de alguna manera con Annie a través de sus notas. Sin embargo,
la leyenda de Doomboy sigue creciendo con cada sesión que es escuchada por
una cada vez mayor audiencia. Muchas cosas cambian al descubrir que D es Doomboy ,
tanto la admiración de quienes lo conocen como el recelo de sus rivales
musicales, que quieren terminar con la vida y la carrera del artista.
Personajes importantes acompañan a D en esta aventura, tales como Spaghetti, Pipo, Rick, Mina, Nuria o su perro Elsy (¡y sus orejas!), cuyas apariciones enriquecen el relato, metáfora del dolor provocado por la ausencia y su liberación.
Personajes importantes acompañan a D en esta aventura, tales como Spaghetti, Pipo, Rick, Mina, Nuria o su perro Elsy (¡y sus orejas!), cuyas apariciones enriquecen el relato, metáfora del dolor provocado por la ausencia y su liberación.
En términos musicales, el calificativo
adecuado para describir a Sandoval como ejecutante sería virtuoso, y eso debemos
aplicarlo a su forma de contar gráficamente sus historias. Esperemos que alguna
editorial mexicana se anime a publicar Doomboy en nuestro país, pues es una
lástima que, por la falta de visión de los editores, tengamos que importar la
obra de uno de los mejores narradores gráficos nacidos en México.
Contacto: www.magnetic-press.com
1 comentario:
Genial. Se lee interesante.
Quizás Kamite se anime a traerlo.
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