03 agosto, 2014

BATMANGA: MURCIÉLAGO DE OJITOS JALADOS

Por Jorge Tovalín 

Con motivo de la reciente publicación del primer tomo de Batmanga por parte de Editorial Televisa (a partir de la obra realizada por Jiro Kuwata en la década de los 60), compartimos este artículo publicado en Comikaze #5 (mayo 2009), alrededor del interesante libro que Chip Kidd publicó sobre esta interesante versión del Hombre Murciélago, tomo que seguramente influyó en el hecho de que DC Comics haya decidido lanzar esta serie en 2014.


En 1966, aprovechando el éxito de audiencia logrado por la serie televisiva de Batman, algo único y curioso se gestaba en el lejano oriente (en Tokio para ser más precisos): La editorial Shonen Gahosha adquiría la licencia para crear mangas del Hombre Murciélago, que serían realizados ex profeso para los lectores de la tierra de Godzilla.

Poco después de un año de publicación, el experimento sería cancelado y no se volvería a saber de él por más de 40 años. Este hecho poco conocido fue puesto a la vista de los lectores occidentales apenas en 2008 (dejándonos con los ojos más redondos que de costumbre), gracias a la curiosidad del famoso coleccionista y diseñador Chip Kidd, adorador del Caballero Nocturno y autor de los maravillosos libros Batman Animated y Batman Collected.


Rastreo al estilo ninja 
Con la ayuda de un coleccionista de Chicago, llamado Saul Ferris, quien tenía en su poder varios ejemplares de estos mangas, adquiridos dificultosamente a lo largo de una década, Kidd se dio a la tarea de averiguar la historia de las aventuras niponas de Batman, dibujadas por Jiro Kuwata, quien en su juventud fue considerado un chico prodigio del manga por haber comenzado su carrera profesional a los trece años, además de haber creado a un popular personaje llamado 8-Man. Retirado del mainstream japonés, un Kuwata de más de 70 años accedió a dar una entrevista a Chip Kidd, con el fin de complementar su fascinante investigación, que tendría como resultado la edición de una joyita llamada Bat-Manga!, que hace un año (en 2008) recopiló y tradujo por primera vez al inglés aquellas historias que, al menos para los lectores no asiáticos, pasaron desapercibidas por cuatro décadas. 



Kuwata-san 
Invitado por los editores de Shonen King (que junto con Shonen Gaho era una de las dos antologías semanales de manga publicadas por el sello Shonen Gahosha), Kuwata aceptó gustosamente el reto de adaptar las historietas norteamericanas de Batman al contexto japonés, cuyo resultado sería incluido en la publicación como un imán de ventas. En un principio Kuwata pensó en dibujar los personajes con un tipo de trazo occidental, pero aprender esto le habría exigido mucho tiempo, así que decidió utilizar su propio estilo, que consistiría (en palabras de Chip Kidd) de un Dúo Dinámico visto a través de un delirante lente de velocidad, aerodinámica de la era atómica y una saludable dosis de robots y dinosaurios, elementos característicos del manga de la época. 



Para realizar su tarea, Kuwata recibió mucho material de referencia, en su mayoría cómics de la época de Bob Kane, los cuales utilizó solamente para poder copiar el look de los personajes, en específico de los villanos. De trazo limpio, suelto, sin fallas, Jiro Kuwata no sólo se encargó de dibujar el manga de Batman, sino que también lo escribió, basándose en el material norteamericano que sus editores le daban, pero con el permiso de cambiarlo totalmente para presentarlo a un público muy distinto. 

Según Kuwata, las historias para los lectores japoneses tenían que ser más maduras y realistas, aunque esto difícilmente se aplica a las historias compiladas por Chip Kidd en Batmanga!, pues una y otra vez nos encontramos con situaciones llenas de inocencia y bastante imaginativas (por no decir fumadas), pero verdaderamente divertidas, muy al estilo de las historias con elementos de ciencia ficción disparatada que pululaban en la DC Comics de los años 50. 

También cabe señalar que Kuwata abusaba un poco de la reiteración, pues en muchas ocasiones los personajes describen sus acciones a cuadro, cuando el dibujo ya lo mostraba claramente. Como ejemplo de estas situaciones, en la aventura El Terrible Encuentro con Clayface, Batman y Robin persiguen a un criminal de apellido Ferris (probablemente bautizado así en la traducción al inglés como homenaje al amigo coleccionista de Kidd que hizo posible la antología), quien acaba de escapar de prisión. Éste se esconde en una cueva, donde hay un extraño manantial, cuyo contenido lo convierte en una versión japonesa de Clayface, conocido enemigo de Batman


El cuerpo de Ferris no sólo se vuelve de barro, sino que además es capaz de transformar su apariencia a placer, como en la versión original. Hasta ahí suena normal para un cómic de Batman. En las siguientes páginas, conforme Clayface se enfrenta en repetidas ocasiones al Hombre Murciélago y su pupilo, el villano se convierte en una especie de cóndor, una mantis religiosa de casi dos metros, un pterodáctilo (¡!), una estatua animada de rasgos demoniacos, un plesiosaurio (al parecer se trataba de un rufián con amor por la paleontología), un trompo gigante, un pegaso, un murciélago-fantasma (¿?), un escarabajo del tamaño de una vaca y una gran serpiente. Pero eso no es todo, ya que lo verdaderamente alucinante sucede a media batalla, cuando Batman y Ferris caen al mismo pozo-manantial antes mencionado, lo cual permite al héroe derrotar a Clayface, tras convertirse en un ¡batarang gigante! con el cual logra noquear temporalmente a su oponente.



Otro villano interesante de la corrida japonesa de Batman resulta Lord Death Man, un hombre vestido como esqueleto, quien a lo largo de la aventura fallece por lo menos cuatro veces para evadir a la justicia, hasta que el enmascarado descubre que se trata de un hombre que domina una técnica secreta de yoga, que le permite detener su corazón y respiración para simular un estado de rigor mortis. Además de Go-go, villano que controla el clima gracias a un aparato portátil en forma de vara mágica, con el cual crea una terrible onda de calor en Ciudad Gótica (misma que sólo interrumpirá después de robar sus joyas más importantes), también encontramos a Dr. Faceless, científico con el rostro desfigurado a causa de un fallido experimento de renovación dermatológica, al cual el vigilante combate encima del llamado Monumento a Batman, una enorme efigie del Hombre Murciélago al estilo del Monte Rushmore (¿se puede ser más popular que eso?). 



Para finalizar, la recopilación de Kidd muestra a Professor Gorilla, otro enemigo con grado académico, así como narra la desventura del gobernador de la ciudad, un tal Warner, quien se ofrece como voluntario para un experimento que lo convertirá en mutante, con la finalidad de estudiar si su nueva condición genética representaría o no algún peligro para la raza humana (una justificación bastante disparatada, pero bueno, se trata de un político). Obviamente todo sale mal, pues Warner se convierte en un monstruo digno de Ultraman, con enormes deseos de acabar con los homo sapiens


Lamentablemente, en ninguna parte de la antología se explica por qué el manga de Batman dejó de publicarse en Japón después de sólo un año de vida (suponemos se debió a la caída de audiencia de la serie de televisión), pero esperamos que Kidd y compañía brinden más información sobre este curioso proyecto en el anunciado segundo tomo de Batmanga!, que seguramente se volverá un objeto de colección para los aficionados del Hombre Murciélago, al igual que este. 



En verdad les recomendamos este libro, para que más allá de lo que se ha comentado aquí, cada uno pueda disfrutar de estas aventuras que, a pesar de los años transcurridos, permanecen frescas y se leen con tremenda fluidez. Por esta ocasión el espacio se acaba, así que sólo nos queda por decir: Hajimemashite Koumori-san (algo así como Mucho gusto, Señor Murciélago, según nosotros). 



Datos friki
En la mayoría de sus aventuras, las únicas armas del Batman japonés son su batarang y un dardo tranquilizador que funciona en contadísimas ocasiones. 

Un detalle simpático de los mangas de Batman es que en varias de sus portadas el héroe aparece en primer plano, sonriendo hacia el lector, mientras el monstruo en turno se abalanza hacia él.

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